viernes, 22 de mayo de 2015

Conquistar la vida


Conquistar la vida y no el mundo
La vida, más inabarcable que el lugar.

Me sentía como si una guerra civil hubiese arrasado mi interior
Escombros de escombros muy adentro.
Por qué tuve que ver esas cosas y quedarme viva
sólo por fuera.
Porque tras el hambre y el dolor de mil heridas, aprendí.
Aprendí que las manchas de sangre
nunca se borran del todo.

Y ahora, mi obsesión por las huellas y las marcas.
El símbolo.
Mi obsesión por la sangre ,
porque en la sangre
sentí la acritud de la vida que se derrama.
He dejado manchas de vida en
cada rincón violento de mi carrera hacia la nada.

Vivir derrochando la vida, profunda, roja, se
parece tanto
a morir.
O son los otros los que mueren
alrededor.

La catarsis y la violencia de un ritual
tan inevitable como el mundo.
En realidad no hay ninguna diferencia,
y no nos gusta lamernos las heridas.

Ensuciarse la vida
por contagio hemático.
Al amar
Ensuciarse al respirar.

Empecé a pensar el tiempo en distancia,
en trayectos siempre iguales.
En la frecuencia de su repetición.
Empecé a medirlo en precio.
No se puede perder el tiempo porque
se necesita tiempo para hacer dinero.
Producir, dinero, y más dinero.

Y luego, por más que compres,
por más que pagues,
no eres ni más ni menos que el último yonki de esa chabola,
el último, igual que todos.
Y los demás a ti también te ponen precio
y te miden en dinero.
Así es en el vertedero
al igual que lo es en el mundo,
pero sin hipocresía.

Un día me di cuenta de que había olvidado
cómo vivir sin ello,
cómo vivir de otra manera.
Que había otra manera de vivir.
¿Y la hay? sin esconderse, ¿la hay?

Porque en imposible perder la noción
de la realidad una vez que
la cadencia de tus horas
la marca la espera
entre una dosis y
otra dosis
de cualquier cosa.

Las medidas cambian,
Todo se vuelve laceración y exacerbado consumo.
Consumo. Retener
el humo
y dejarse morir hasta la siguiente inhalación.

Así fui acumulando muerte
así el peso,
la inanición,
así la aguja,
las venas destrozadas
la parálisis.

Quiero sólo dormir en el margen
que la narcosis deje entre un amanecer
y otro amanecer.
He perdido todo el interés y
crecer ya no sé si puedo
en una paréntesis
cada vez más cerrada,
entre las páginas de un libro,
escrito en una lengua que ya no sé leer.

Pienso que mi pasado es más olvido que pasado.
Que quizá el futuro existió,
más grande que un presente que ahora,
a lo sumo, será sólo una vaga intuición de lo que luego
recordarás.
Este momento.
¿Cuál momento?
¿Què?
Que ahora todo ha perdido consistencia
que mañana ya no cabe dentro de mi capacidad de proyección.
Ya no soy .
No soy nada, nada.
no soy mi pasado porque llueve
y las huellas se han borrado

Ahora lo que soy se materializa
en una única huella indiferenciada de sangre
tatuándose en esta piel
que no es mía.
Mi cuerpo ya no es mío, nada es mío.
Nada más.

Y sólo niebla y humo llenan
la distancia sin nombre
que me separa de la siguiente paréntesis.
Mientras el resto se para,
se convierte en ceniza y
Sólo la sangre
lenta
abre fisuras en la nada.

Eco de añoranza y desengaño
Nudos  imposibles
en la espiral de las líneas paralelas de mi fuga perpetua.
El vacío excavado en túneles kilométricos que me atraviesan el alma.

- Ahora lo sé. Por culpa del amor.
La culpa es amar y haber amado. –

Y la intuición de que,
 en un tiempo lejano,
había una pregunta.
Que ahora tengo la respuesta, la tengo
después de tantos años.
Pero no recuerdo la pregunta.
No recuerdo la pregunta.
Es la pregunta la que, no sé cuándo, olvidé entre mil cosas.
La olvidé entre mis escombros.

Y la respuesta espera,
languidece,
Que había otra manera de vivir.para nada.
La respuesta se desangra.
Ensucia el suelo.
Y aún no se quiere morir.


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